martes, 4 de diciembre de 2007

Edgar Pierre Jacobs

A pesar del éxito obtenido por Rayon U, yo no pensaba en absoluto en especializarme en este tipo de historias. Al contrario, había preparado para el número 1 de "Tintin" una aventura histórica, que debía llamarse, creo, Roland le Hardi o Prince Hardi... Desgraciadamente (o afortunadamente) la maqueta de la revista decidió algo distinto.

En mis historias, escribo primero la sinopsis que es el plan sumario del argumento, después el guión, que es el desarrollo de la sinopsis, la redacción detallada de las diversas escenas de que se compone la historia. Es muy importante que el guión esté sólidamente construido y bien documentado. Un buen "montaje" es algo esencial para la vida de una página de comics: tiene que ser concebido como el de una película, rápido y fértil en suspenses y sorpresas.

Considero que el texto y los diálogos son el verdadero contrapunto de la imagen; éstos deben ser vivos y bien escritos. Los textos y las onomatopeyas, además de ayudar a la comprensión de la acción, son igualmente el fondo sonoro de la historia. Por mi parte, lo único que lamento es que mis historias se encuentren todavía en la misma situación que las películas mudas. Las ilustraciones están encuadradas como tomas cinematográficas -composición, primeros planos, perspectivas-, y los personajes dibujados del natural y con utilización de la anatomía. En lo que se refiere a las máquinas, dibujo los planos y realizo las maquetas (espadón, cronoscafo, etcétera).

Creo haber sido uno de los primeros en trabajar los decorados "en duro", es decir, desplazándome a los mismos lugares en los que se desarrollará la acción para tomar croquis, fotos, trazar planos, a fin de crear toda la autenticidad posible. El papel del color es el de reforzar el ambiente de la narración, situar los lugares y facilitar la lectura. (1966)

(Extractado de “Historia de los Comics” de editorial Toutain)

5 comentarios:

Manuel Martínez dijo...

A pesar de que hay mucha gente a la que no le gusta el trabajo de este hombre, tal vez por la cantidad de texto que hay en sus páginas (pero mucho), o tal vez por ese dibujo un tanto estáticos, a mi este pedazo de artista me fascina. Un señor que se tomaba su trabajo tan en serio, por lo documentada que estaba su obra, que se hacía las maquetas y todo y por esa atmósfera tan bien recreada que respiran las páginas de las aventuras de Blake y Mortimer (se nota que trabajaba en teatro). Es una pena que las nuevas generaciones de lectores no conozcan la obra de este autor. Aventura pura.

Gonzalo Martinez dijo...

Yo tengo varios albumes de Jacobs en mi biblioteca y mi hijo de 10 años los revisa constantemente. No se si los ha leido como se lee los Asterix, me imagino que no (le voy a preguntar). Pero el arte de Jacobs y sobre todo su narrativa visual ejerce gran atractivo.
Lamentablemente no tengo "Las 3 Formulas del Profesor Sato", solo algunos capítulos en un magazine de mi infancia (circa 1972). Ahí el arte es subyugante. Yo creo que Jacobs junto con Giardino son de los pocos que logran diferenciar rostros por sus rasgos y etnias sin caer en la necesaria caricaturizacion o excecesivo (y cansador) realismo.

Manuel Martínez dijo...

A mi el que me falta es el primero, El Rayo U, me he vuelto loco buscándolo y no ha habido manera.

Giardino también tiene ese toque de corrección, si, y el que tu hijo tan pequeño le llame la atención B&M es una prueba de que el arte de EPJ no deja indiferente, por eso no entiendo la tirria que tienen algunos con estas obras de arte. ¡Si son una pasada!

Gonzalo Martinez dijo...

Yo me imagino que lo que no gusta es, por un lado, el exceso de texto y por otro el concepto demasiado heroico e impoluto de los personajes. En fin, son codigos y hay que asumirlos antes de leer un album.

Nunca he leído un Blake y Mortimer posterior a la muerte de Jacobs. ¿Que tal son? ¿Conservan el esquema exactamente o están más "modernos"?

Manuel Martínez dijo...

Pues el único que tengo es "El caso Francis Blake" y es bastante digno, pero sea porque uno tiene en mente al señor Jacobs (y la época en la que leí sus aventuras), que no le saco el mismo placer.