Disponiendo todos nosotros de una sofisticada computadora detrás de la frente, es cuestión de saber programarla debidamente para obtener el más eficaz rendimiento. Así pues, se trata de almacenar en ella el máximo número de información, para que pueda, en un momento determinado, emitir una respuesta cuya brillantez siempre estará en función de la cantidad y calidad del material del que disponga para sus infinitos procesos combinatorios.
Lo más idóneo es programarla con experiencias como las que describo a continuación:
- Tirar diez bolitos por un acantilado
- Haber sido monaguillo
- Tocar en un grupo musical
- Ser repartidor de aceite a domicilio
- Practicar el amor sano y/o turbulento
- Hacerse un psicoanálisis
- Ser muy feliz y muy desgraciado
- Bajar a un pozo
- Ser procesado por el extinto Tribunal de Orden Público
- Pasar por un quirófano
- Hacer de mago en bodas y bautizos
- Heredar
- Verse todo el cine
- Leer todo lo bueno
- Diseccionar una serpiente
- Hacer teatro y cine
- Pintar camiones
- Descargar teas
- Crear negocios
- Tener algún amigo multimillonario
- Intoxicarse
- Vivir en el extranjero
- Enterarse
- Reir mucho
- Llorar de miedo
- Perder seres queridos
- Empeñar valores
- Buscar tesoros
- Ser indultado por el Rey
- Pasar una noche en un cementerio
- Vivir...
En fin, con esa variada base, siempre puede surgir algo interesante. Y, para plasmarlo gráficamente, se pueden utilizar todos los medios que uno quiera.
¿Y si Leonardo da Vinci levantara la cabeza? Si Leonardo levantara la cabeza, posiblemente estaría trabajando en la NASA, o con Andy Warbol, pero no pintando óleos con paleta y pinceles.
Y por último, compraos un equipo de video, que el papel es una especie en vías de extinción. (1983)
(Extractado de Historia de los Comics de editorial Toutain)
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