martes, 20 de noviembre de 2007

Hergé

En su primera historia, Tintin iba a Rusia. Era una especie de juego, un juego en el que mezclé política. Hay que saber que "Le XXéme Siècle" era un periódico católico, y en aquella época decir "católico" era lo mismo que decir "anticomunista". Se "comían" literalmente a los bolcheviques. Así que la atmósfera del periódico me inspiró, al igual que un libro titulado "Moscou sans voiles", de Joseph Douillet, que había sido cónsul de Bélgica en Rostov del Don y que denunciaba violentamente los vicios y las ignominias del régimen. Yo estaba convencido de que aquella era la buena dirección y, además, tenía la bendición de mi director, un hombre de derecha, más aún, de extrema derecha... Cuando Tintin acabó su viaje a Rusia, se le preparó un "recibimiento" grandioso en Bruselas, en la Gare du Nord. Tintin era quien regresaba, pero yo no podía volver en mí de la impresión que me produjo ver la plaza que hay frente a la estación completamente llena de gente. Más tarde, hubo la misma recepción y la misma multitud cuando Tintin regresó del Congo, y luego de América... El personaje de Tintin, en esos multitudinarios recimientos, fué interpretado por dos muchachos diferentes. Y, lo que son las cosas, uno de ellos se alistó en la legión antibolchevique, y el otro combatió con uniforme inglés, realizando acciones que le valieron la Victoria Cross. ¿No es extraordinario?

Acerca de los muchos significados que se han querido encontrar en los álbumes de Tin tin, debo decir que ciertamente yo no trataba "tan sólo" de contar una historia, sino que trataba "antes que nada" de contar una historia. Un matiz... Y a contarla claramente. Pero una historia, se haga lo que se haga, es siempre portadora de un "mensaje". Haya sido o no consciente de ello, me he expresado en lo que he escrito y dibujado; sin quererlo, he puesto en ello lo que pensaba, lo que sentía, lo que era.

Tin tin au Congo sufrió una cuarentena bastante larga, y. salió de ella, curiosamente, gracias a la petición del propio gobierno congoleño. Cuando se me tilda de racista, contesto que las opiniones son libres, pero Tintin au Congo apareció en 1930 y en esa época yo no conocía de aquel país más que lo que la gente contaba en aquella época: que los negros eran como niños grandes, que era una suerte para ellos que nosotros estuviéramos allí, etcétera. Y dibujé a aquellos africanos de acuerdo con esos criterios, con el más puro espíritu paternalista, que era el de aquella época en Bélgica. Más tarde, al contrario, en Coke en stock, y aunque los negros hablaban en media lengua, me parece que Tintin daba prueba de su antirracismo. Es lo mismo que ocurrió con Les bijoux de la Castafiore: Tintin y el capitán Haddock tomaban actitudes idénticas, contra todos los prejuicios. Entonces, en Coke en stock, mostrando negros esclavizados y árabes esclavistas, se me dijo que volvía a hacer racismo, sólo que esta vez a costa de los árabes.., el cuento de nunca acabar. En Tin tin au Congo, como en Tintin au pays des soviets, hay que achacar a mi juventud de entonces aquellas influencias exteriores; de hecho, yo estaba alimentado por los prejuicios del medio burgués que era el mío. Pero ya, en Tintin en Amérique, mostraba a la potencia blanca, a las finanzas blancas explotando a los indios... Para ser un "racista", creo que no ocultaba mis simpatías. ¿Y mis chinos de Le Lotus Bleu? Hay que recordar los avatares que los blancos les hacían pasar.

También se me ha presentado a veces como un reaccionario. Lo que ocurre es que, antes que nada, trato de ser un hombre de buena fe. Desde luego, tengo un "trasfondo" de derechas, porque fuí "bien educado", como se dice, como un joven burgués. Pero no me siento en absoluto "burgués", como no me siento más de derechas que de izquierdas.

(extractos de una entrevista por Noma Sadoul, 1978, en "Les Cahiers de la bande dessinée")
(Extractado de Historia de los Comics de editorial Toutain)

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