Yo quería hacer una historia de terror porque me gusta y porque es un
género muy complicado de llevar a las viñetas. El terror muchas veces se
basa en el golpe, y en cómic el golpe es muy complicado porque el
lector siempre hace trampas. Cuando abre el cómic, el ojo hace una
visión general de la doble página. Una vez que la ha hecho, pasa a la
primera y hace una visión general de ella. Y entonces empieza con la
primera viñeta y la lee. Es la gran libertad del cómic, pero para
algunas cosas es un problema porque el lector es tramposo y sabe qué va a
pasar después. Aun así, yo quería hacerlo. Y también quería situarla en
el contexto del mundo del arte, donde impera esa ética de que en el
arte todo está permitido.
Entrevista de Álvaro Corazón Rural en Jot Down.
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