martes, 4 de diciembre de 2007

Joseph Gillain (Jijé)

Yo estaba prometido, y aparentemente, los comics eran el medio más práctico para poder permitirme pintar o esculpir sin demasiadas preocupaciones materiales. Los principios son oscuros y sencillos, luego siguió un lanzamiento más profesional en "Spirou", con Trinet et Trinette, luego Freddy Fred. Me sorprendió la guerra (es la expresión banal y acostumbrada).

Una vez desmovilizado, alquilé una pequeña propiedad con un huerto. La comida, por aquel entonces, era el primer problema. Los comics me parecían por mucho tiempo barridos por la tormenta (otra expresión acostumbrada). Tres meses más tarde, "Spirou" trataba de reaparecer. ROB VEL, creador del personaje, estaba prisionero. No había prácticamente nadie más que yo a mano, así que muy pronto me encontré cositinuando una aventura comenzada por ROB VEL, arreglando continuidades a Superman, acabando episodios de Cavalier Rouge (Red Ryder), mientras que las malas hierbas invadían mis tomates y otros proyectos hortícolas.

Nuestro viaje "a las Américas", en 1950, fué más bien un período un poco loco. MORRIS, FRANQUIN y yo (WILL era demasiado joven) nos habíamos entusiasmado mutuamente. Ibamos hacia la meca de los comics, que nosotros situábamos... en Hollywood, mientras que tenía sus dos polos en New York y Chicago. Partimos con un visado mejicano (más fácil de conseguir en aquel período de posguerra).

Además, confundimos el visado de inmigración con el de turismo. En resumen, que nos encontramos, después de un viaje de seis semanas a través de los EE.UU., en la frontera de la California mejicana frente a una casi completa imposibilidad de volver a penetrar en territorio norteamericano. Cito estos detalles, a pesar de que no son ni mucho menos los más sabrosos, sobre todo en lo que se refiere a MORRIS y FRANQUIN, beatniks y hippies adelantados a la época. De aquel aparente callejón sin salida californiano pasamos a la ciudad de Méjico, de donde, seis meses más tarde y con un visado de un año, regresamos a New York.

En New York dibujé algunos comics, dentro de los límites de las reglamentaciones profesionales, para publicaciones "Western"... Pero, sobre todo, conocí a un tal RENÉ GOSCINNY, a quien debemos los fines de semana más alegremente locos de toda nuestra estancia en los Estados Unidos. Un encuentro que provocó, indirectamente, algunos años más tarde, el regreso a su Paris natal de ese "fenómeno" a quien todos conocemos. Un regreso a Europa con la intención de presentar, seriamente esta vez, una sólida demanda de emigración definitiva... Pero el sol de la Costa Azul nos hizo abandonar pronto aquel proyecto... Y, a fin de cuentas, las mismas posibilidades existían en Europa.

Jerry Spring nació a mi regreso de los EE.UU. y de Méjico. Mi estilo western procedía del hecho de que yo había visto lo que dibujaba; por otra parte, en aquella época era fácil ser un poco original. El éxito de esa serie entre los aficionados pude deberse probablemente al don, que yo me reconozco, de saber dibujar honestamente los caballos.

Me alegra saber que los aficionados dicen que algunos de mis "alumnos" han salido mejores que su "maestro". En efecto, he visto pasar junto a mí a verdaderos "pura sangre", fanáticos del comic y excepcionalmente dotados. Los más espectaculares son sin duda FRANQUIN, MORRIS, GIRAUD... y algunos otros.

La vieja leyenda del maestro y del alumno viene de una diferencia de edad, de generación (hablando en términos de comic). A decir verdad, yo aprendí tanto como ellos en aquel bendito período... Realmente, yo no he enseñado a dibujar de la A a la Z mas que a WILL (que entonces tenía 14 años) y, recientemente, a un muchacho que promete y que firma con el nombre de DAN. ¿Cómo se hace uno dibujante? ¡Pues dibujando! Nosotros dibujábamos, FRANQUIN, WILL, MORRIS y yo, hasta la náusea, dibujándonos entre nosotros y varias veces por semana. ¿El método? Siempre el mismo... el esbozo, como me lo había enseñado Van den Houten: el ojo sobre el modelo, la mano sobre el papel, ejecutando miméticamente lo que el ojo veía. Nada más sencillo. Un método apasionante que nosotros practicábamos como una religión. Y la crítica mútua, amistosa y acerba, que no nos dejaba ninguna posibilidad de autosatisfacción.

(1971, de una entrevista por Henri Filippini para “Phenix")
(Extractado de “Historia de los Comics” de editorial Toutain)

2 comentarios:

Manuel Martínez dijo...

Apasionantes las historias que cuentan los grandes maestros. Me emociono y se me ponen los pelos de punta...
Si hay algo tanto o más interesante que las historietas es la vida de sus autores.

(Va a ser que te voy a comentar todas las reseñas...)

Gonzalo Martinez dijo...

:)
Dale, comenta no más.
De eso se trata.