
Una de las mejores cosas de las palabras es que te hacen ir más despacio y esto te permite absorber los dibujos. Comprobé que aprecio más lo visual cuando leo una historia gráfica porque, aunque puede que esté concentrando la atención en las palabras, al mismo tiempo absorbo los dibujos. De ellos recibo un impacto más fuerte que cuando simplemente hojeo la revista.
Las palabras, cuando las hay, actúan como un dispositivo de cronometraje. Puedes saltártelas si quieres, pero son una forma de hacerte ir a determinado ritmo. En una historia sin texto, especialmente en una fantasía simbolista, sobre el lector recae mayor responsabilidad debido a que debe absorber las viñetas más despacio porque no todo está en la superficie.
A mi modo de ver, no hay cumplido mayor que cuando un guionista mira los dibujos terminados, antes de que haya escrito el guión, y dice que siguiendo los dibujos adivina el argumento. Puede que no entiendas lo que dicen todos los personajes, pero sí comprendes la dinámica emocional. La claridad narrativa debería estar allí antes de añadir las palabras, del mismo modo que los dibujos deberían funcionar en blanco y negro antes de añadir el color.
La ciencia-ficción está arraigada en una proyección de nuestro mundo, tal como es hoy, hacia el mundo de mañana. Depende visualmente de gente real en un mundo real. Eso no me interesa demasiado. No porque no me interesen la ciencia-ficción o las personas reales, sino porque sencillamente no me interesa dibujar el mundo moderno. La mayor parte de la ciencia-ficción utiliza eso en algún nivel. Lo que sí me gusta es imaginarme otras civilizaciones, otros mundos; esa parte de la ciencia ficción.
(de una entrevista por Archie Goodwin "Epic' 1982)
